ALIMENTAR OTROS MODELOS

Otro anuncio con idea genial. No deseo apoyar la venta de ningún fiambre industrial, por muy sano que nos prometa ser. Sin grasa trans, ni calorías en exceso. Aquí, no me ocupo de eso. Me decanto por lo pequeño. En todo caso, publicitaría con firme convicción fiambres artesanos. Se corresponden más con mi espíritu Slow Food, con  lo «que tiene importancia, no lo importante»- como dice la canción.

De hecho, ni siquiera sé que variedad anuncian. Suele ocurrir cuando el guión es tan bueno: anula el producto. Deberían saberlo porque me consta que es algo generalizado. Identificamos la cancioncilla, tatareamos el pegadizo estribillo, identificamos el logotipo pero si nos preguntan el modelo: ni idea.  Algo de ese deslumbramiento con la historia anula el mensaje central. Me pasa con muchos de los creados para coches, sólo veo que es un vehículo que ayuda a un niño a sentirse  Darth Vader pero me obnibula de tal manera que no me quedo ni con la marca de fabricante. La trama me atrapa.

Aquí también ocurre eso, ni idea del producto. Pero su genialidad me excusa. Este anuncio es una delicia. Con trasfondo social incluido. Pequeña joya de la reivindicación laboral.  Nos propone una rendija, una posibilidad de escabullirnos de la uniformidad laboral y social. Además, hacerlo así, con un intento por arrasar con los modelos de mujer imperantes. Muñecas hechas por publicistas hombres para que las futuras mujeres sean tal y como les gusta a ellos. Frágiles. Bellas. Rubias. Delgadas. Preocupadas por la celulitis y las arrugas. Diciendo, haciendo y deseando las mismas cosas. «Todas iguales»- como repite el padre. Todas esclavas del gusto imperante aunque resulte incómodo o responda a anhelos ajenos de mujer florero. Aquí vemos justo lo contrario: mujeres que trabajan, que ríen, que abrazan, que charlan con sus hijos, que se peinan despreocupadas, se desean suerte- huyendo del tópico de la envidia femenina- mujeres que piensan y crean.

Propuestas idílicas a seguir. ¿Quién no ha deseado romper la cadena sofocante del trabajo alienante?. ¿Quién no ha soñado con dejar de ser un eslabón del proceso productivo sin voz ni voto?. ¿Quién no se identifica con esta Amélie revisada, ingenua y decidida?. ¡Cómo no adorar a alguien dispuesta a aportar un grano en la insumisión vital, empeñada en sonreír mientras trasgrede normas!.

Sobre todo si pasas por alto el lado negativo de lo que se nos muestra. Porque, en verdad, estamos empatizando con alguien capaz de robar una muñeca a su empresa y ropa a sus vecinos. Con nocturnidad y alevosía. Nos sentimos cercanos a alguien capaz de manipular el trabajo y las creaciones de otros. Rebeldía 100%.  Muy en boga. La SGAE no sé que pensará de esta propuesta tan subversiva, cercana a la Piratería y al tuning. Boicotea a la empresa y a los diseñadores incluidos. Arcas un poco menos llenas si cunde el ejemplo.

¿Qué puede ocurrir después?.

– Opción 1: FINAL VENGATIVO. El padre de la niña llama a la empresa juguetera para agradecerle la ilusión renovada que le han proporcionado a su hija y,  con esa inocente acción, la descubren.  La empresa, en lugar de agradecérselo, la despide. Con la falta de ingresos, deja de pagar la hipoteca de su piso de 30 metros y acaba desahuciada. En la calle, por los bares,  vende perros programados para dar vueltas sobre si mismos cual Sísifos sin fin y gatos  bajabrazos, relucientemente dorados,  llegados directamente de China.  Mientras ve pasar a muchas niñitas portando aburridas las muñecas estereotipadas que le miran con una mezcla de pena y asco.

– Opción 2: ROMÁNTICO FINAL. El padre hace lo imposible por seguir el lote, da con ella gracias a un eficaz detective y la empresa ni se entera. Aún así, deja el trabajo porque no da a basto tras conocerse en la intimidad y establecer una relación al más típico estilo «Sonrisas y lágrimas» pero en versión 2011: Brangelina dueto. Forman una familia llena de niños de procedencia étnica. Todos cantan.

– Opción 3: FINAL ALTERNATIVO. Bien pensado, para estar más a tono con los tiempos, en vez de ser el padre, es la madre de la criatura la que encuentra a la empleada creativa y arriesgada. Se encandila con ella y el arrobo es mutuo.  Tanto que acaban no sólo conviviendo sino trabajando en la misma cadena y, juntas, proyectan y se dedican a fabricar muñecas tan diversas que van desde el radicalismo queer hasta las femmes más primorosas.  Eso sí, siempre con mucho cuidado, espaciando los momentos,  prudentes para no ser descubiertas. Al cabo de los años, la hija ya adulta crea una Fundación en honor de sus dos madres. Recibe ingentes cantidades de subvenciones culturales.

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