¿Cuándo hice algo nuevo por última vez? Esta pregunta me asalta a menudo. Siempre estoy pendiente de no dormirme. Demasiado pendiente. Admitido. Ni siestas ni bajadas de guardia. Acción. Probar. Vivir experiencias. Por eso acepto retos. De cabeza. Retos literarios, culinarios, viajeros, profesionales… Con temor al fracaso pero con ganas me lanzo y crezco frente a retos y aprendizajes. El olor a nuevo me atrae. ¿Cuándo…?
Y, últimamente, no he tenido otra que volver a preguntármelo porque han acontecido varios sucesos casi a la par:
1º)- Encontré esto en el blog de La Papila Crítica. Primera reacción, sonreír; segunda, ponerme modorra al recordar las primeras muecas de mis sobrinos al probar sabores nuevos (aún resuena la exclamación de Diego, con lengua de trapo, tras llevarse a la boca una de mis «inventadas» tapas a base de paté de nécora: ¡Papá, ¿qué me has dado?!); tercera, recordar lo mucho, muchísimo que me encanta el limón y las ganas que tengo de que «apriete Lorenzo» de verdad para hacer limonadas y granizados; cuarta, dejar entrar la pregunta de siempre: ¿cuánto hace que…?
2º)- ByPils me tienta a hacer algo nuevo desde sus relatos sobre la Pollera Asesina y despierta a la bestia apaciguada que anida en mí. A esa que le encantan las series de crímenes (es un pequeño vicio del que «me estoy quitando» pero Colombo dejo una huella indeleble en mí infante espíritu y ¡cómo cuesta!). Es una ocasión valiosa para elaborar mi primer «cocidito» ensangrentado. Es provocación de altura la de llenar mi cocina de vísceras y densa muerte. Creo que caeré. La siento crecer. Pero aún es pequeña, hay que dejarla reposar. Como al buen fermento. Necesito tiempo.
3º)- Entre tanto, tengo la suerte de encontrar un motivo para avanzar y ¡hacer algo por primera vez!. Me lo brinda una amistad cibernética (¡esto de las redes, a veces, es sublime!). La Perra Andaluza me envía generosa un cuento que ha escrito en su Taller de Escritura Creativa. Cree que me gustará. – Tiene que ver con la cocina- me dice gatuna contradiciendo a su nombre. ¡Y vaya sí me gusta!. No suelo contar tristezas (salvo las propias de la crisis cuando la vena indignada se me inflama). Me lo impide mi empeño en aferrarme a lo bello, a lo que crece en positivo, a llenar esta bitácora de aromas y guisos que reconforten y caldéen estómagos y sensibilidades. No suelo hacerlo, así que el contraste ya supone «una vez primera». Además, lo realmente novedoso es TENER UNA ESTRELLA INVITADA como los espacios culinarios de verdad. Desde Elana Santonja, pasando por Arguiñano, Bruno Oteiza, los chefs del Canal Cocina,… todos, sin excepción han dedicado programas a «cocinar con». Es habitual pero yo aún no lo había probado. Dejar que alguien me provoque «cociditos» con un tema, sí. Incluir un relato ajeno, no. Y ¡eso va a ser mi/ su primicia!. Prefiere estar en el anonimato. No la miento ni incluyo fotos o referencias.
Pero la recreo e imagino, a tantos kilómetros de distancia, concentrada mientras en su cocina huele a esa tarta de chocolate que le deleita y suena una tonada triste en la voz cautivante de Julio de la Rosa (¡qué nombre tan apropiado para este ser polifacético!). Esto último no me lo ha dicho pero lo imagino. Gracias a ella una de mis últimas «novedades» musicales y bibliográficas ha sido descubir a Julio. Porque antes había oído hablar de él pero sólo eso: Oír. Vagas referencias. Literarias pues tengo pendiente hincarle el diente a su libro. Es un tipo grande que tan pronto hace la banda sonora de una película como escribe poemas, novelas, se embarca en una gira e, incluso, a punto estuvo de venir a Zaragoza para formar parte de «Una cena con…», donde se comen canciones y se escuchan platos porque Puritani todo lo puede, porque Puritani es (como él) habitante de una galaxia lejana, donde todos son MULTI-ARTISTAS.
Y, dándole mil gracias y uno de mis besos liosos, me despido con este relato que se coció en Sevilla hace nada, tan reciente que está aún humeante y espero que os guste:
Guiso para fracasos emocionales.
Ingredientes que no deben faltar: una pareja feliz, deudas, niños y opiniones varias.
La cocina no es más que transformación.
Se coge a una pareja feliz que se adora, que viven el uno para el otro y que están deseando irse a vivir juntos por el resto de sus días.
Aderezar con el frasco de deudas de por vida.
Mejor si tienen trabajos temporales, para que estén con el agua al cuello. Lo que les impedirá disfrutar de su juventud y de su amor.
Que lo poco que ganen sea para comer.
Regamos todo esto con unos cuantos chiquillos.
A fuego bien fuerte. Que él se dedique a trabajar como un poseso y ella a cuidar de los niños, y a olvidarse que antes de ser madre es persona.
No debe añadirse ningún tipo de sal, porque la sal supondría reirse y disfrutar de lo que les rodea, tener aficiones, y entonces el guiso no sería el deseado.
Tampoco debe llevar picante. El matrimonio acabará tan rendido después de lidiar con sus múltiples obligaciones que no quedará tiempo para la pareja.
De vez en cuando se remueve el guiso con las opiniones de la familia y los amigos, que no hacen más que empobrecer lo cocinado.
Y cuando ha pasado el suficiente tiempo a todo gas, de repente se retira la olla del fuego y voilá!, ya está todo quemado.
La pareja se mira y pregunta: -¿tú quién eres?
Y ahora, ¿quién arregla esto? ¿Ferrán Adriá o Chicote?
-La Perra Andaluza, junio´13-
Me gusta tu alma inquieta!!.
Escucharé más de Julio de la Rosa, no conocía nada de él.
Besos.
¡Leerlo está siendo un placer y escucharlo otra, Alberto!. Te lo recomiendo porque te resultará inspirador para tus desafectos. Sus letras están llenas de sentimientos y de narraciones emocionalmente intensas. Un beso nuevo y liado
Cierto, llevo un rato escuchando y algunas de sus historias se asemejan a lo que escribo.. 🙂
Besos enredados.
Por cierto, ¡qué coincidencia hemos tenido!. Tu elección musical (Love of Lesbian) también esconde a un escritor de éxito con novela reciente.
Ah, no lo sabía…
El libro de Santi Balmes se titula: ‘¿Por qué me comprasteis un ‘walkie talkie’ si era hijo único?’. No lo he leído pero sí que lo tuve en las manos porque suena divertido. ¡Y es grueso!. Al parecer, cuenta las miserias del dueño de una discográfica independiente, empeñado en escribir la biografía de su padre, artista olvidado. El éxito del libro no debe ser para lanzar cohetes (aunque hoy hablaban de él en la SER y eso debe dar un espaldarazo, jejejeje) pero antes de ello creó un cuento infantil que sí que alcanzó cierta fama: ‘Yo mataré monstruos por ti’. ¡Cuántos habitantes de esa galaxia existen!. ¡Qué pequeños somos a su lado!. Besos liadísimos y muy terrenales
Ah, lo del cuento si que me suena algo.
Habrá que mirar alguna crítica, y ver que se dice del libro, para decidir si vale la pena, son tantos libros a leer… 🙂
Besos galácticos traídos a la tierra.